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En esta colección de artículos, editada por Emakunde y dirigida por la socióloga María Ángeles Durán, símbolo de la investigación feminista durante décadas, seis expertos abordan las tareas a realizar en la transformación del rol de cuidado. Tal y como explica Izaskun Landaida en el prólogo, el objeto del texto es tratar de encauzar el debate para que se produzca un cambio social urgente. De hecho, según los datos actuales del Eustat, las mujeres son las responsables en dos tercios.
En los dos artículos de Durán, pionero en el estudio de la importancia del trabajo no remunerado, se analizan las políticas de cuidado, especialmente las que detalla en esta época de pandemia en la que vivimos, las cuales han adquirido visibilidad y notoriedad. Los autores se centran principalmente en el estigma del cuidado, la corresponsabilidad o la escasez de alternativas, pero también hay artículos que abordan estudios longitudinales o temas que nos dan cuenta de lo que ocurre en el otro extremo del mundo. El objetivo de la igualdad de género pasa por compartir y profesionalizar el trabajo de cuidado y el texto puede marcar un antes y un después en una posible nueva organización.
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Este informe advierte que la continua invisibilidad del sector de la atención social para las personas adultas en su conjunto es cada vez más perjudicial tanto para quienes recurren a la atención como para quienes brindan atención no remunerada en un momento de creciente necesidad, aumento de los costos y reducción de la fuerza laboral.

El documento continúa la serie de informes realizados por Envejecimiento en Red con el objetivo de proporcionar una visión conjunta de las condiciones de vida de la población de 65 y más años. Se utilizan datos de fuentes nacionales e internacionales para construir indicadores sobre la evolución demográfica, la salud y las características económicas y sociales de esta población.

La calidad de vida está relacionada, en parte, con las posibilidades que tienen las personas de participar en las decisiones que les afectan, tanto individual como colectivamente. Así, para las personas mayores, la calidad de vida está vinculada a la posibilidad de expresarse, especialmente en lo que respecta a su entorno vital, su plan de cuidados y sus actividades personales.